lunes, 8 de junio de 2015

He estado pensando que se sentirá escribir en un espacio tan público lo que pienso, con la posibilidad que lo escrito pueda ser leído en algún momento por alguna persona que en un instante de curiosidad se preguntó de qué se trata este blog.  La verdad, es que no se trata de nada, de nada en específico, sino solamente de escribir, de escribir lo que sea.  Así de diversos son los blogs que me he encontrado y eso me parece maravilloso.  Tanto que, me dije, yo también puedo escribir uno.  
La experiencia más cercana a esto, fueron los clásicos diarios de vida que tuve durante mi infancia. Unos que vendían de tapas duras envueltas en papel celofán transparente, con un candado que nunca cumplía su cometido porque siempre se terminaban saliendo de la tapa.  Y las hojas que se comenzaban a caer de a poco.  Siempre tenía un enredo de hojas, creo que a más de algunas les puse numeración para poder recordar el orden.  Hoy la idea de escribir nuevamente es excitante, total puedo escribir de lo que quiera, y quizás en una millonésima posibilidad exista alguien que de con lo que escribo.  



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